Crónica del concierto #lovethe90s en Barcelona

Como mis amigos saben que soy una gran fan de los 90, me habían regalado una entrada por mi cumpleaños para el concierto Love the 90’s en Barcelona el 7 de julio de 2017. No tengo palabras para describir el cartel. Ace of Base (bueno, solo Jenny, pero era «la morena de Ace of Base»), Vengaboys, Whigfield, Gala, Snap!, Rebeca, Chimo Bayo… Vamos, era como el sueño tecno de Un pavo rosa, así que fui. Esta es una pequeña crónica de los hechos. AVISO QUE VAN CINCO HORAS DE MI VIDA más todo el tiempo que pasamos esperando el comienzo, así que quizás lo de «pequeña» sea relativo a lo que viví.

Estábamos en el Palau Sant Jordi, el estadio de conciertos que está en mitad de Montjuïc y que resulta bastante agradable al llegar (¡explosión de naturaleza!), pero menos cuando llega la hora de irse. Nada más entrar, yo me compré una camiseta que lucí en el Orgullo y que pienso llevar hasta que se le desgaste la pegatina, porque me representa.

Mis amigos me habían reservado un asiento en una grada y lo agradecí mucho, porque una ya está un poco mayor para andar dando botes en pista durante varias horas (a ver, si asisto a un evento de música de fiesta de los 90, lo normal es que esté abuela). Sin embargo, el público estaba a tope y dándolo todo tanto en pista como en las gradas, por lo que no nos sentamos hasta después de la primera media hora. A mi lado había una chica monísima que parecía haber venido sola, cosa que no le impedía bailar como una condenada, y el lococoñismo se extendía por arriba y por abajo de mi grada. La gente venía disfrazada, borrachita, puesta

Empezamos con la primera mezcla de los Jumper Brothers, los DJ que ponían música entre actos y que terminaron por hacérseme eternos a pesar de que movían a las masas, y luego salieron OBK. Aunque les tengo mucha simpatía, la actuación fue bastante penosa, sobre todo en la parte vocal. Lo mejor fue cuando cantaron El cielo no entiende, y aun así tenía la sensación vergonzosa de estar apropiándome de los años 2000 (1). Me dejaron con bajón.

Después vinieron New Limit, a las que apenas recordaba, aunque me sonaba la canción de Smile. No me impresionaron, pero gracias a ellas (y al corsé kawaii en el escenario) recuperé parte del ánimo, que alcanzó cotas esplendorosas cuando salió la gran Whigfield… sin presentación. ¡Estaba cantando Think of You (sí, esa canción que se parece tanto al Saturday Night sin serlo) y la peña ni siquiera la reconocía! (Por cierto, está divina.) Era muy triste. Creo que el público habría recordado más Gimme Gimme o Last Christmas, aunque no sé si esta la habría podido cantar al ser una versión de Wham!

Cuando Whigfield terminó, salió Fernandisco (que está igual) a explicar quién era, dijo que le tenía mucho cariño y que arrasaba en Holanda. (Fernandisco, cariño, es danesa.) Cagadas aparte, hubo el Saturday Night de rigor con baile incluido. En aquel momento ya tuve claro que las coreografías y las pintas de los bailarines en el escenario eran de lo mejor del evento. Todos eran muy auténticos.

Luego Whigfield salió de escena sin cantar nada más, supongo que para irse a cenar unas croquetas o algo así, tuvimos más sesión discotequera al estilo Radical y empecé a tener la impresión de que las dos partes del evento no terminaban de casar: por un lado la macrofiesta tecno, que no necesitaba de ningún cantante, y por el otro la actuación de los artistas, que en muchos casos se veía eclipsada por los visuales de los entreactos. Yo, que soy más purista y más popera, habría preferido más énfasis en los directos (y más cuidado en el tratamiento sonoro) y menos en el rollo de discoteca; pero por la reacción del público, que flipaba casi más con los Jumper Brothers que con los artistas de la época, tuve claro que la mayoría no estaba de acuerdo conmigo. Business as usual.

Después de Whigfield tuvimos a Jenny de Ace of Base, a quien se le caía el pinganillo de la oreja todo el rato y dirigía miradas asesinas a donde se suponía que estaba el control. Cantó dos veces All That She Wants (?), en distintas versiones, y después Beautiful Life. Habría preferido otro tema, porque los Ace los tienen para dar y tomar, pero no me quejo.

Así llegamos a uno de los puntos fuertes, para mí, del concierto: los Vengaboys. En realidad, de la formación original poco queda, pero ¡seguían bailando! Más despacito, claro, pero eran sus bailes de siempre con sus vestimentas habituales. Cantaron Boom, Boom, Boom, Boom, Up & Down y We’re Going To Ibiza: muy bien escogidas. Me habría encantado escuchar Uncle John From Jamaica o La parada de Tettas, pero sabía que era soñar. 😉 Me lo pasé muy bien, bailé mucho, disfruté mucho, regresé a la época.

Después llegó Rebeca (la única y verdadera), que daba botes por el escenario con una energía envidiable. Fernandisco le dijo: «Rebeca, estás como una potra de carrera»… Esto, sí, bueno. Cantó Corazón, corazón, luego otro tema que yo no reconocía demasiado y, claro, OH, QUÉ SORPRESA, FERNANDISCO, NO LO ESPERÁBAMOS PARA NADA, Duro de pelar. Por entonces la gente empezaba a estar agotada. Llevábamos la mitad del concierto y ya no tenemos la energía de los dieciocho años. Aquí fue cuando mi compañero y yo empezamos a preguntarnos: «¿Cuánto falta?». Pues aún quedaba…

Fernandisco presentó a Snap! (I Got The Power y Rythm is a Dancer) diciendo que eran de Estados Unidos y diciendo mal sus nombres. Snif. Fernandisco, cariño, ¿tantos años en la radio y aún no sabes que en el eurodance, si alguien es de EE. UU., es por pura chiripa? Snap! son alemanes e hicieron una gran actuación pese al agotamiento general del público. Yo me sentía un poco niña de cinco años con las directrices de Fernandisco, aunque reconozco que eran… pues muy suyas:

—¿Queréis esto?
—Síiii…
—¡No os oigo!
—¡Síiii!
—¡Ahora más fuerte y con los brazos en alto!
—¡Wiiii!

Cuando llegaron Viceversa, yo abandoné el asiento de la grada para ir al baño y reponer fuerzas. La verdad es que no me decían nada, aunque el estribillo de «tu piel morena sobre la arena» me traía recuerdos. Estuve escuchándolos desde arriba hasta que regresé a mi sitio. Después vinieron Technotronic con Pump Up The Jam y más canciones de los Jumper Brothers. Aunque conocía la enorme mayoría, me sorprendió que había algunas que no me sonaban y que, sin embargo, el público a mi alrededor bailaba (cuando tenían energía; ahora se levantaban y se sentaban a intervalos).

Empecé a entrar en trance introspectivo y seguí en él durante toda la actuación de Corona, la brasileña de «Esas son Reebok o son Nike», que sinceramente habría necesitado un arreglo de sonido IMPORTANTE. Eso sí, ella estaba encantada de estar allí y se ponía a cantar a cappella canciones que no eran suyas, como Saturday Night (espero que Whigfield siguiera comiendo croquetas) o I Will Always Love You, con la que casi me explotaron los tímpanos. Mi compañero se inclinó sobre mí y me dijo que podíamos irnos si quería, pero…

… Yo no había venido para irme antes del final, y me alegro, porque después salió la impresionante Gala. En cuanto comenzó Come Into My Life, tuvimos claro que iba a ser la mejor voz y la mejor actuación. Ya había oído que Gala era buena en directo, pero se lo tomó en serio. Levantó al público agotado con tres canciones (por supuesto, entre ellas Freed From Desire) y al final nos obsequió con otra actual porque le dio la gana. Gala no venía a actuar en un evento nostálgico, venía a dar un concierto, y ese espíritu era el que yo estaba deseando ver. La aplaudimos a rabiar.

No recuerdo mucho más salvo que yo me derrumbé en el asiento y comí la comida de picoteo que trajo mi compañero (que me dijo «no quieres saber el precio»). Reviví, eso sí, durante la última actuación, curiosamente la de Chimo Bayo, que parecía un alien con el casco con luces que se había colocado. Me pareció brillante y muy en la línea del ambiente de los 90, aunque creo que solo reproducía sus propias actuaciones en los 90. No sé cómo, me encontré bailando a saco con «Exta sí, exta no» y sus famosos «hu-ha». Ya había desistido hasta mi compañera mona de la derecha, que se había arrastrado hasta la salida, y cuando terminó Chimo, pensé que a lo mejor también sería hora de ahuecar el ala.

No pude hacerlo porque cantaron Sensity World, solo una canción (Get It Up). De nuevo, no recordaba ese tema para nada, lo cual fue una pena, porque era el broche de la fiesta. Pero bueno, aplaudimos y nos abrazamos y silbamos y nos dirigimos con los huesos machacados hacia las salidas.

Eran más de las tres de la mañana cuando una horda de treintañeros y cuarentones se derramó por las carreteras de Montjuïc en busca de un taxi, un bus, un algo con lo que llegar a sus casas. Nosotros bajamos andando hasta plaza de España y llegamos a casa sobre las cuatro y media, que ya va siendo hora de meterse en la cama para unos abuelos.

En resumen: un gran evento, conocí el Palau Sant Jordi y me lo pasé de puta madre, pero no creo que repita cuando intenten replicarlo sin los artistas (porque lo harán). Quizá tenga más sentido así: no montas un macroconcierto para que las «estrellas» queden en segundo plano, porque muchas siguen en activo y ofrecieron grandes espectáculos. Y, si realmente lo que al público lo único que le importa es el efecto nostalgia y bailar un poco de música de éxtasis, ¿qué necesidad había de traer a toda esta gente? En fin, yo al menos lo agradezco. (Por cierto, ¿¿qué diablos usan estos artistas para estar tan de buen ver a día de hoy?? ¿¿¿Duermen en formol???)

Espero (deseo) que el éxito de este evento anime a otros bares y clubes a hacer noches temáticas de los 90. A veces escucho música de ahora y tengo la sensación de que hay una regresión a esta década, sobre todo en lo que respecta a la música de discoteca. Me alegro de que le vaya llegando su reconocimiento, aunque sea muy tarde.

Si os gusta la época de Un pavo rosa, os recomiendo pasaros por la página del evento para ver si habrá sesiones futuras en vuestra ciudad. 🙂

(1) Yo soy muy respetuosa con la música de cada década y me molesta mucho cuando en una noche de los 80 plantan sin despeinarse canciones de los 90 o de los 70. Cuando eso pasa, me da la sensación de que el DJ no está haciendo bien su trabajo y/o no tiene la formación suficiente para distinguir. Este evento se ajustó muy bien a la década en cuestión y creo que captó el espíritu discotequero que pretendía recrear, aunque sonaron algunas canciones posteriores por parte de los cantantes (lo cual es comprensible) y los Jumper Brothers, por su parte, se desviaron un poco con canciones como «It’s My Life» de Bon Jovi (2000) y, LO MÁS RARO, una versión makinera de «Total Eclipse of the Heart» (¡1983!)… que aparentemente gustó al público.

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BSO de Un pavo rosa (Acto I)

Por si alguien no se ha dado cuenta aún, Un pavo rosa es una comedia musical. En él la música, al igual que la representación teatral, tiene una importancia enorme. En esta entrada hablé de la obra que en él se representa, la famosa El hombre de la mancha, pero hoy voy a desglosar las canciones que componen esta «banda sonora» de este primer acto de la historia. ¿Preparados para el flashback?

—¿Pero tú conoces algo de música, aparte del Play Music y los 40 Principales? ¡Ninguna de las aberraciones que has nombrado merece siquiera llamarse música!

—¿Qué? —dijo Nick, perpleja—. Bueno. Pues lo mismo yo creo que lo que escuchas tú es una basura, ya ves. Cada uno tiene sus opiniones.

La mayor parte de la música que escuchan los personajes de la novela son canciones conocidas de los 90. La década de los 90 es, a día de hoy, la gran desconocida: todavía no ha pasado el tiempo suficiente para que la distingamos de la música que se publicó en los 2000-2010 (tampoco ayuda que los primeros 2000 tuvieran un sonido muy parecido) y, para otros, forma una especie de amalgama indistinguible con los años 80 que se engloba dentro de aquello llamado juventud o infancia.

Sin embargo, para los que fuimos adolescentes a mediados de los 90 había muchas opciones. Fue una época de esplendor para el rock y el punk alternativo (Garbage, Green Day, Offspring) y los inicios de géneros como el grunge o su derivación screamo (Nirvana, Soundgarden, Foo Fighters). También tuvimos hip-hop, el comienzo del nu-metal, una época dorada del pop británico (los años del «Cool Britannia»), varias «mujeres blancas enfadadas» como Alanis Morissette, Tracy Bonham, Ani DiFranco, Meredith Brooks… Y, por supuesto, ese género tan noventero y tan europeo como el eurodance, una especie de tecno-trance-bakalao mezclado con melodías poperas y pegajosas cual chicle de fresa. Nadie ha reconocido lo suficiente la influencia del eurodance en sus primeros besos o en sus primeras borracheras.

Si no tienes tiempo para leer la lista entera, he creado un par de listas en Spotify que te harán el apaño. Incluyen algunas canciones que finalmente no cupieron. 😉


1. Backstreet Boys – Everybody (Backstreet’s Back)

Aunque se tratase solo de decidir qué Backstreet Boy estaba más bueno en general, si Kevin o Brian, Nuria era capaz de defender a muerte su elección.

Everybody (1998) fue el primer single del segundo álbum de estudio de los Backstreet Boys, aquel grupo de muchachos de Orlando que seguían la estela de las boybands como New Kids on the Block y Take That. Boybands siempre ha habido y siempre habrá: responden a la fórmula de chicos jóvenes y guapos (ahora se dicen metrosexuales) que cantan canciones pop no muy complejas, con cierta armonía vocal, y que provocan una reacción automática entre las adolescentes. Se podría decir que están asociadas irresolublemente con su despertar sexual.

En Un pavo rosa, aunque Nick prefiere a Kevin y Nuria a Brian, Álex establece una correlación lógica (de esas que solo Álex entiende) entre su compañera Verónica Harrington y Nick Carter de los Backstreet Boys. Al margen de si el parecido físico es notable o no, el apodo termina por ser muy popular en el instituto.

2. Chayanne – Salomé

Su vecino eligió ese momento para dar volumen a Los 40 Principales, el Play Music o lo que fuera que estaba escuchando esa mañana: Baila que ritmo te sobra, baila que báilame, retumbó la pared con la voz de Chayanne.

Chayanne fue una muestra más de la penetración de los artistas latinoamericanos en la península, al estilo de Ricky Martin o Shakira. La fórmula era simple: cantante de buen ver y temas bailables al tiempo que románticos con cierta inspiración latina (los ritmos «latinos» como el reggaetón todavía no estaban tan de moda). La canción Salomé hizo estragos en el verano del 98 y su estribillo nos persiguió durante años.

En Un pavo rosa, es una de las primeras canciones que aparece, para definir bastante bien el ambiente en el que nos movemos. Esto no es un libro hipster, señores. Aquí las protagonistas se despiertan con Chayanne a todo volumen en el televisor del vecino.

3. Garbage – When I Grow Up

Un extraño silencio imperó después de esto, con la canción de When I Grow Up como fondo.

Garbage es uno de los pocos grupos que lograron un resultado duradero mezclando rock alternativo con una electrónica sucia bastante convincente. Aunque yo prefería a los Garbage más en bruto de I’m Only Happy When It Rains a los más refinados de Cherry Lips, reconozco que supieron reciclarse y gustar al gran público, cosa que no era tan fácil con su estilo. Pegaron fuerte desde mediados de los 90 hasta bien entrados los 2000.

Aunque lo que más se recuerda de When I Grow Up es el «papapapá, papapapá» del estribillo, este tercer single de Version 2.0 (1998), después del grandioso I Think I’m Paranoid, es una especie de himno a la adolescencia. Tenía una letra que pretendía reflejar la irreflexión y el arrojo de la edad. «Unprotected, God I’m pregnant, damn the consequences». Era ideal para que sonara en el pináculo del teenage angst de la novela.

4. Green Day – Basket Case

Dio un portazo, puso Basket Case de Green Day a todo volumen en su minicadena y se arrojó de un salto sobre la cama. Protegida por el sonido atronador de la guitarra eléctrica y la voz de Billie Joe, dejó caer unas pocas lágrimas de autocompasión.

También conocida como «la canción del boli verde» y «oyoyoyoy la canción esa» en Un pavo rosa, el tema punk rock Basket Case (que podríamos traducir como «Un poco ido») es uno de mis temas favoritos de Green Day y con el que identifico bastante a Álex. 😉

Aunque el disco que Green Day había sacado en 1998 se llamaba Nimrod, Basket Case es de 1994. Más adelante también se harían famosos otros temas como American Idiot y When September Ends.

5. DJ Kun – Ponle sabor

—Y en el número cinco de nuestro Top Play continúa DJ Kun con su canción Ponle sabor. Os dejamos con ella.

¿Alguien se acuerda de DJ Kun? Era un chico argentino que hacía una especie de, no sé, ¿pre-reggaetón? Su canción Ponle sabor estaba por todas partes en 1998. Lo cual se traduce, lógicamente, en que suena de forma invasiva cuando Nick va al baño en su casa.

6. Nirvana – Smells Like Teen Spirit

El sonido de la música resultaba atronador para los oídos de Álex: With the lights out it’s less dangerous, decía Kurt Cobain, y por un instante, Álex deseó amordazarlo.

Obvio, pero no podía dejar fuera este homenaje noventero al teenage angst y la canción más conocida de Nirvana. Álex es una gran fan de Kurt Cobain (al extremo de que tiene la agenda decorada con recortes suyos y que piensa que Courtney Love debería estar en la cárcel).

Hasta los que en su vida han escuchado grunge pueden recitar este estribillo: «With the lights out, it’s less dangerous / Here we are now, entertain us». Tenía sentido que sonara en una fiesta repleta de adolescentes.

7. Ska-P – El gato López / Cannabis

—¡Manu! Querrás ya dejar de hacer el mono de una puta vez —voceó desde atrás una voz de chica.

—Sigue, sigue, sigue, sigue, sigue, este López.

España entera bailó ska y gritó oi! con Ska-P en 1997-98. Es uno de estos fenómenos que a veces aparecen: un grupo de anarcopunks que firma por una gran discográfica y hace un disco que va y gusta al gran público. Con letras como «Somos la revolución, sí, señor, tu enemigo es el patrón», que canturreaban los adolescentes de todos los tipos mientras se liaban un porro.

En Un pavo rosa aparecen dos canciones de Ska-P, a falta de una: El gato López, que en mi cabeza está asociada firmemente con Richi y su familia, pese a tener distinto apellido; y Cannabis, que se menciona de pasada en otro momento. Era muy difícil no tener en la cabeza en todo momento ese estribillo de «legalegalización». Ska-P siguieron sacando álbumes y haciendo canciones en su estilo durante casi toda la década de los 2000.

8. Roxette – Joyride

Por los altavoces de la montaña rusa, que vibraba con el peso de las vagonetas, sonaba una versión acelerada de Joyride, de Roxette.

Se escucha como un eco en la montaña rusa de la feria bajo la que hablan Álex y Nick. Si me hubiera puesto estricta con la época, lo más probable es que hubiera sonado la reciente Sleeping In My Car o, como mucho, How do you do! Pero Joyride era ineludible para una feria con sus cacharritos y su algodón de azúcar. No podía resistirme a hacer que Álex abriera su corazón mientras de fondo sonaba ese inconfundible estribillo: «Hello, you fool, I love you».

9. Ace of Base – Cruel Summer

Los Ace of Base gritaron it’s a cruel, cruel summer.

Al igual que Roxette, Ace of Base también eran suecos, y sus melodías de corte pop dance pegaron fuerte en los 90. Seguramente recordaréis esa icónica All That She WantsCruel Summer es una versión de una canción de Bananarama de los ochenta (si aún no habéis escuchado a Bananarama, no sé qué estáis haciendo). Aunque me gusta más la original, esta canción pegaba perfectamente con ese verano salvaje que están viviendo Álex y Nick en el 98.

10. Camela – Estrellas de mil colores

—¿Cómo es la canción? Soñaremos juntos llenos de ilusiones, veremos las estrellas… —Puso cara de morder un limón.

De mil colores… —completó Nick con una sonrisa.

Los 90 no están completos sin Camela. Puedes pensar lo que dé la gana acerca de su tecnoflamenco-rumba-pop-todo-suena-parecido, pero el grupo vendía millones de discos por entonces. Si no era Escúchame, este otro tema tenía que hacer su aparición. A Nick le gusta mucho Camela, incluso tiene cintas grabadas de ellos. ¡Eso para Nick es mucho!

11. Frank T – La gran obra maestra

Alguien había tenido la buena ocurrencia de poner a Frank T, cuyo rap sonaba a todo volumen.

Al igual que aquellos que no son fans del grunge saben lo que es Nirvana, aquellos que no son fans del rap quizá conozcan a Frank T. En 1998 era uno de los máximos exponentes del hip-hop patrio, primero con su grupo (El club de los poetas violentos) y luego en solitario. Es de Torrejón, a pocos kilómetros de Alcalá de Henares, la ciudad del este de Madrid que acogió el nacimiento de la escena del rap en España. En Un pavo rosa actúa precisamente en las fiestas de Torrejón de Ardoz.

Frank T es un bro. Es un tipo inteligentísimo con unas letras de lo más ocurrentes. Las chicas le tenemos simpatía porque nunca ha adoptado esa actitud típica de raperos de degradar a las mujeres por diversión. Echa una mano a los chavales que quieren hacer hip-hop en España y es, como supongo que siempre quiso, un modelo para ellos. A Nick le gusta mucho… en muchos sentidos, lo que hace bastante probable que repita aparición en el acto II.

12. Soundgarden – Black Hole Sun

Jorge tenía puesta Radio 3. A través de los altavoces de la minicadena sonaba la canción del momento de Soundgarden.

Aunque no es mi canción favorita de este grupo, era otro de esos temas que estaban por todas partes a finales de los 90. Soundgarden representan el grunge ya algo derivativo, heredero de Pearl Jam y Nirvana, y tuvieron un gran éxito con esta canción y con su otro single, Spoonman. En mi cabeza Black Hole Sun está asociada a Jorge y, más específicamente, a la manera trágica de ver la vida que él y Álex comparten: «Black hole sun, won’t you come / And wash away the rain…».

13. Olivia Newton-John – Xanadu

—¿Qué es eso? —preguntó Álex, levantando la vista.

—Es que estaba puesto el vídeo —explicó rápidamente Nick.

—No, espera. ¿No es esa la película de Xanadu?

También conocida como «la canción que suena en ‘ese momento'», es una de las pocas canciones de la novela que no pertenece a los noventa, pero sí a un musical. A uno de los peores musicales de la historia, para ser sinceros, ese que se suponía que debía catapultar a Olivia Newton-John a la fama después de Grease y que la catapultó de cara a las críticas más duras.

Con todo, la escena de los patinadores (que presencian con arrobo las dos protagonistas de la novela) es entrañable. En todo Un pavo rosa hay detalles inspirados en diversas películas musicales. De Xanadu está presente, sobre todo, el sombrero blanco de vaquera, pero animo a cualquiera que esté aburrido a intentar encontrar más señales, tanto en el acto I como en el II.


Con este percal, de nuevo… ¿Qué se puede esperar para el acto II? Más años 90, por supuesto, pero habrá algunos cambios. La música está evolucionando rápidamente. El eurodance da sus últimos coletazos. El hip-hop se adueña del cambio de milenio. Puede que a Álex y a Nick ya no les interese tanto la música que respectivamente les gustaba.

En Un pavo rosa 2 harán su aparición todos los grupos británicos de pop rock que, esta vez sí, a mí me encantan, pero también habrá espacio para el pachangueo y las canciones procedentes de musicales. Todavía estoy puliendo lo que se quedará y lo que no (so pena de que la novela parezca más bien un anuncio). A veces me veo en la tesitura de buscar exactamente el día en el que salió un sencillo en España, ¡y no creáis que es tan… sencillo! 🙁

En general la banda sonora será similar a la del acto I, pero es posible que suene algo más «barroca» (iba a escribir «madura», pero JAJAJAJA). Si es así, estará en consonancia con el texto… 🙂

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El eurodance de los 90

Vamos con otra publicación mamarracha y nostálgica para ilustrar la época en la que está situada Un pavo rosa.

Probablemente se recuerden los años 90 como una época musical ecléctica en la que despegaron estilos tan opuestos como la música electrónica, el hip-hop comercial, el pop de las boybands, el desert rock de Foo Fighters o el grunge de Nirvana y sus continuaciones. Cada una de estas cosas daría para una entrada sabrosísima, pero hoy me quiero centrar en lo que se llamó «eurodance» o «dance europeo» y que hoy vuelve a tener cierta pegada bajo el nombre camuflado de «música disco de los 90».

El eurodance no tiene mucho que ver con la música disco de los 70 u 80. Era una extraña mezcla de estilos house, bases techno y vocales pop que se hizo increíblemente popular allá por la década de los 90. En muchos locales ocupaba el lugar de lo que después sería la «pachanga» y quizá posteriormente el reggaetón. Aunque podemos rastrear sus inicios desde casi finales de los 80, no llegó a ser conocido por el gran público hasta mediados de los 90, cuando llegó al culmen de su popularidad.

Muchas de estas canciones se basaban en la fórmula de base de máquina + chico rapeando + chica en el estribillo, que normalmente se repetía hasta causar perforación de meninges o efecto hipnosis en los cerebros tiernos como los de Álex, Nick y sus amigos. Por algo reinaba en las discotecas con público joven.

La denominación de «euro» es porque fue un estilo que, pese al desconocimiento del gran público, se producía sobre todo en los países nórdicos y la vieja Europa. No exagero: casi todos los grupos que podáis recordar de este palo eran europeos. Muchos estaban incluso formados por integrantes de varias nacionalidades, como el grupo danés-noruego Aqua (responsables del éxito Barbie Girl) o los Vengaboys (Boom Boom Boom Boom, Up & Down). Detrás de ellos había astutos productores alemanes, belgas o suecos que se esforzaban por llevar los temas de las pistas de baile a las radiofórmulas. Y vaya si lo consiguieron…

El eurodance se hizo mainstream con canciones como Bailando, de los belgas Paradisio (a lo mejor la conocéis por la versión de Astrud), o el sorprendente éxito Saturday Night, de la danesa Whigfield. Este último fue un vídeo producido con cuatro perras para una cantante que ya tenía unos años. Nadie esperaba que fuera a convertirse en la canción de moda para niños y mayores y que todo el mundo se aprendería el famoso bailecito, que después sirvió de inspiración para temas como Aserejé.

El eurodance importaba de todos sus estilos y de su reino más vasto, las discotecas, unas letras cargadas de alegría (más bien éxtasis) y de sexualidad explosiva. Y a pesar de ser tan machista como cualquier otro, muchos de sus temas tenían ese toque de que era imposible tomárselos en serio, por lo que en ocasiones surgían éxitos que desafiaban lo normativo sin que nadie se diera cuenta de ello. Como muestra, la canción Shut Up And Sleep With Me, de los alemanes Sin With Sebastian, que si fuera más gay habría sido el tema principal de algún Orgullo.

I love your body
Not so much I like your mind
In fact you’re boring
Pretending not being of my kind
You keep on talking of some girl that I don’t know
When will you shut up and when will we go

Aunque casi todo el eurodance se produjo y escribió en inglés (en ocasiones inglés de Cuenca o de Turín, pero inglés después de todo), hubo algunos cantantes o DJs que se hicieron famosos con letras en otros idiomas. Por ejemplo, el alemán Sash! tenía por costumbre grabar cada tema en un idioma: Ecuador en español, Mysterious Times en inglés, La primavera en italiano y Encore une fois en francés. Y eso solo fueron unos pocos…

A partir de 1997, la popularidad del eurodance fue declinando progresivamente y se metamorfoseó en otros géneros, pero artistas del calibre de Fatboy Slim, Kate Ryan, Katy Perry o la mismísima Lady Gaga hunden sus raíces en este tipo de música, si bien en muchos casos han evolucionado con los tiempos.

Hoy día me pasa a menudo que entro en un sitio y me quedo a cuadros: «¿Están poniendo eurodance de los 90?». ¡No! La música dance de hoy día, con Avicii o David Guetta, ha vuelto a un punto en el que se parece bastante a lo que había entonces. Más elaborado, más digital, con menos máquina, pero el concepto es parecido: voz melódica sobre música electrónica bailable. No es un mal punto de partida.

A todo esto, si tenéis un local y queréis organizar una fiesta de los 90 con este tipo de música, antes que organizar un aborto vil que acabe no teniendo nada que ver con los años noventa (como me ha ocurrido en la mayoría de fiestas de este tipo a las que he asistido), me podéis pedir consejo. Pese a todo, algunos todavía le tenemos respeto a nuestra adolescencia.

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