Meracovia acoge Un pavo rosa

Me voy a hacer la sueca y a saltarme mi clase de sueco (sí, una vez más) porque hay una cosa de la que quiero hablar aquí, y no es ninguna tontería. Bueno, en realidad mucho de lo que hacemos en Café con Leche le parece a la gente una tontería, pero yo estoy muy contenta y más aún con los planes para este año.

Resulta que Un pavo rosa, “esa novela de adolescentes y musicales que Diana arrastra desde hace tiempo”, ha llegado al final de su viaje y ha encontrado editor. La respuesta de Meracovia Editorial a la lectura del manuscrito ha sido tan entusiasta que, la verdad, no podíamos imaginar una relación más simbiótica entre autor y editor.

YO: ¿Entonces te ha gustado?
EDITORA: ¡Me ha de todo!
YO: ¿Incluso Nick?
EDITORA: Nick sobre todo. Soy #teamnick.
YO: OMG!

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Hasta ahora, había tenido varios “suena muy bien, voy a leerla” (y luego nunca más se supo), un “está muy bien escrita, pero no acabo de verla a menos que la adaptes a la actualidad” (uh-oh, si yo no tengo ni idea de lo que se escucha ahora) y hasta un “me gusta, ¡es distinta a todo lo que he leído hasta ahora!”. Pero fue esa última editora la que me recomendó que esperara un poco. Me dijo, como bien sabemos, que la distribución es muy importante y que en ese tema su editorial andaba un poco coja. Así que le hice caso y esperé. Hasta que sonó la flauta con Meracovia, un poco por casualidad.

Meracovia es una editorial muy, muy joven (acaba de nacer) y muy valiente. Su aspiración, además de recuperar varios clásicos maravillosos con una edición muy cuidada, es publicar a autores noveles en castellano. En los tiempos que corren, eso es todo un atrevimiento; si Café con Leche lo hace, es solo porque su escala es muy pequeña. Por el contrario, Meracovia… en fin, digamos solo que a Diana le han hecho los ojos chiribitas al comprobar lo mucho que desde la editorial quieren apostar por el libro, desde la cubierta hasta la preventa.

Porque la clave de la ilusión es esa. Un editor siempre está limitado por la economía de su negocio, sobre todo si es parte de un grupo editorial más grande; pero, por ética personal, debe intentar mantener un equilibrio entre lo que cree que es bueno y lo que cree que se podrá vender. Muchos editores acaban decantándose por el pragmatismo y la burda imitación de la gallina de los huevos de oro; pero como Meracovia es tan joven, tiene todo el idealismo de la juventud y aún poco del escepticismo que da la madurez. Realmente cree (y hasta donde yo sé, no es por falta de criterio) que la obra es buena y vendible hasta el punto de arriesgarse por ella. Y dado que precisamente yo sé lo que supone este riesgo, voy a intentar ayudarles en todo lo que pueda.

He añadido unas cuantas tareas más a mi interminable lista que tienen que ver con Un pavo rosa, su producción y su promoción. A estas alturas, noto ya el desfase, porque quienes son para mí ya viejas conocidas (Álex y Nick) van a ser para otros lectores totalmente nuevas. Tengo que hacer un esfuerzo para volver a conectar con la obra y, a la vez, no aburrir a los pocos conocidos míos que ya se la tienen bastante leída. Sed sinceros, ¿no estáis hartos de oírme hablar del Pavo? ¿NO? ¿EN SERIO? ME ALEGRA ESA RESPUESTA, porque en los próximos meses no voy a tener más remedio que hacerlo.

(Pensad en ello como si fuera conocer mejor a esa chica del instituto que siempre andaba por allí, pero no hablabas mucho con ella. Quizás porque era un poco choni, o porque llevaba gafas, o porque era de Alcalá, qué sé yo. De jóvenes éramos muy estúpidos.)

P.D.: ¡Una editora que es #teamnick! OMG!

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